“FÚTBOL GRATIS POR TV” FUE LA CONSIGNA
Néstor Kirchner llevó su pelea contra Clarín a la cancha del Superclásico
Las barras de Boca y River colgaron banderas contra el medio. Es parte del plan oficialista para introducir un factor popular en el debate por la Ley de Radiodifusión. Paradoja: operativo de Aníbal para aplicar el derecho de admisión.
Fue un operativo perfecto, coordinado, cuidadosamente espontáneo. Ayer por la tarde, por primera vez en la historia de un clásico, las hinchadas de Boca y de River coincidieron mostrando al unísono banderas similares sobre un mismo tema: criticaron al Grupo Clarín, la empresa que controla los derechos de televisación del fútbol, un negocio de alrededor de 9.300 millones de pesos, al que el Gobierno quiere ponerle fin promoviendo la emisión de los partidos por la televisión abierta a través de la nueva Ley de Radiodifusión. “Clarín, el fútbol es pasión, no un curro”, decía una de las banderas que desplegaron Los Borrachos del Tablón, como se conoce a la barra brava de River. “Clarín, queremos fútbol gratis por tevé”, se quejaba la de la barra de Boca, La Doce. Fue el propio Néstor Kirchner quien ordenó que se avanzara en esa acción política de impacto cuando un grupo de sus colaboradores le acercó la idea, según contaron a Crítica de la Argentina fuentes encargadas de la ejecución del “plan superclásico”, llevado a cabo por dirigentes de la Juventud Peronista de la Capital Federal, de la agrupación juvenil La Cámpora y por funcionarios nacionales de bajo perfil.
El ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Aníbal Fernández el del Interior, Florencio Randazzo, y el secretario de Medios, Enrique Albistur, estuvieron también al tanto del tema (ver recuadro). El “fútbol libre” será uno de los principales ejes de la campaña electoral del oficialismo. Kirchner maneja encuestas que le muestran que alrededor del 70% de los encuestados cree que es muy positivo que los partidos de fútbol sean declarados de “interés nacional”, por lo que deben ser transmitidos por la tevé abierta, explicaron fuentes del gabinete.
Por eso, en sus últimos discursos Kirchner hizo foco en esa cuestión: “¡Todos tienen que tener acceso a los partidos de fútbol de los domingos sin pagar!”, gritó el jueves pasado en un acto en la localidad bonaerense de San Miguel, sabiendo que pisaba sobre seguro. Fue muy aplaudido por el público.
Ayer, además del banderazo, en los alrededores de la Bombonera, antes del partido, los dirigentes kirchneristas repartieron volantes en favor de la Ley de Radiodifusión: “Qué queremos: que el fútbol vuelva a ser de los argentinos y que no sea el curro de una canal por cable”, decían entre otras cosas los panfletos, donde además se reprodujeron declaraciones de dirigentes y periodistas a favor de la “democratización” del fútbol. Los panfletos estaban firmados por la Agrupación Fútbol para Todos, integrada por funcionarios de segunda línea que acaban de subir a la web el sitio abramoslacancha. com. La agrupación La Cámpora, fundada por el hijo presidencial, Máximo, también panfleteó. Sus dirigentes se vistieron con remeras que decían “Fútbol gratis para todos”.
El aparato estatal está a disposición del lobby a favor de la Ley de Radiodifusión: la agencia oficial de noticias, Télam, difundió fotos de las banderas anti-Clarín en el Boca-River. También sacó un cable a las 14.34 con el título “Comunicación Audiovisual-Fútbol/ Hinchas piden fútbol libre antes del superclásico”. Las banderas desplegadas ayer por las dos hinchadas más emblemáticas del país (con medidas iguales: 30 metros de largo por 10 de ancho) fueron sólo el primer paso en un plan que se repetirá de ahora en más en distintos estadios. El oficialismo trabaja para repetir el esquema del banderazo “espontáneo” en otros partidos, gracias a la ayuda de otras barras bravas, en su mayoría expertas en negocios ilegales y siempre dispuestas a ceder su poder de fuego a la dirigencia política.
LA NEGOCIACIÓN CON LAS BARRAS. El “plan superclásico” se organizó a inicios de la semana pasada y tuvo como principales actores a las barras bravas de River y de Boca, que se prestaron a mostrar las banderas subidos a los paraavalanchas, un gesto de buenísima voluntad que para distintas fuentes de la dirigencia del fútbol tuvo un costo: 50 mil pesos por hinchada. El propio presidente de Boca, Amor Ameal, fue el nexo de la Casa Rosada con La 12, según contaron fuentes de la JP y del Gobi erno. Ameal tiene una excelente relación con el diputado oficialista Carlos Kunkel y con el legislador porteño y miembro de La Cámpora, Juan Cabandié. El sindicalista y dirigente de la oposición en Boca, Roberto Digón, también es amigo de Kunkel y de otros dos funcionarios que conforman el entorno inmediato de Kirchner: el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, y el jefe de la SIDE, Héctor Icazuriaga.
La barra de River, bautizada Los Borrachos del Tablón, acordó el despliegue de la bandera anti-Clarín con distintos dirigentes de la JP porteña, confiaron fuentes oficiales. El presidente del club, José María Aguilar, también mantiene relaciones con el Ejecutivo. Solía visitar en la Casa de Gobierno al ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quien lo azuzaba para que criticara al jefe de gobierno porteño y ex presidente de Boca, Mauricio Macri. Igual que en su club, Boca, Kunkel también tiene llegada a la política de River a través de Mariano Mera Figueroa, candidato a presidente del club, e hijo del histórico dirigente del PJ Julio Mera Figueroa.
La paradoja de Aníbal
El Gobierno entró ayer en contradicción. Al mismo tiempo que el Ministerio de Justicia y Seguridad, comandado por Aníbal Fernández, controlaba el derecho de admisión de los barrabravas a las canchas, el oficialismo negoció con La Doce y con Los Borrachos del Tablón para que sus principales hinchas desplegaran las banderas anti Clarín desde los paraavalanchas de la Bombonera, algo que según distintas fuentes de la dirigencia futbolística habría tenido un costo “por izquierda” de 100 mil pesos. “Los que nos ayudaron no son barrabravas, son hinchas normales”, se defendieron ayer ante Crítica de la Argentina los impulsores del “plan superclásico”, exultantes con los resultados obtenidos.
Admisión las pelotas
Muchos de los 174 barras que tenían el acceso vedado a la Bombonera fueron vistos en el estadio. El titular de la Subsecretaría de Seguridad en Espectáculos Futbolísticos (Subsef), Pablo Paladino, había confirmado que se aplicaría el derecho de admisión a 100 hinchas de River y a 74 de Boca, pero en el segundo tiempo varios de ellos –incluido el jefe de La Doce, Mauro Martín– habrían ingresado.
OPINIÓN
El doble discurso
Por Mónica Nizzardo (Presidente de la ONG Salvemos al Fútbol)
Los políticos saben que los barrabravas están dispuestos a todo. Los utilizan para hacer cosas que otros ciudadanos no harían, como levantar una bandera a cambio de plata. Por otro lado, esos mismos políticos no reconocen la necesidad de una ley nacional del deporte. Tampoco de una ley nacional que abarque el tema seguridad en espectáculos deportivos. No hay política de Estado.
Es el mismo doble discurso de siempre. Dicen una cosa y hacen otra. No hay coherencia. Aníbal Fernández firmó el derecho de admisión con una sola jurisdicción, como si en el resto del país la violencia no existiera. Hay que pensar en hacer las cosas en el ámbito nacional. Por eso, queremos saber a quiénes se les aplica el derecho de admisión, una información que debería ser pública.
El problema es que detrás de la barra brava siempre hay un apoyo político. Vemos a los barras en los actos sindicales los vemos con Moyano, los vemos con Barrionuevo, y en tantos casos más, que no alcanzaría el espacio para nombrarlos. Y si el apoyo no es político, es empresarial: en la barra de Independiente empezaron a aparecer sponsors en las banderas porque están juntando plata para ir al Mundial. También hay que decir que la AFA es cómplice. Y encima dice que no tiene nada que ver con la seguridad.
Este Gobierno nunca tuvo voluntad política para terminar con esto. Sus funcionarios se contradicen todo el tiempo. Cuando mataron a Gonzalo Acro, el ministro Fernández dijo que no era una muerte del fútbol. Cuando mataron a Emanuel Álvarez, lo mismo. Es que los barras son gente con mucho poder.